Recuento 41

El blanco más blanco de todos los blancos lo guarda el abedul en su corteza. El abedul es un árbol con muchos blancos al que acuden pájaros de todos los colores: violeta, añil, rojo, turquesa, esmeralda... El blanco es un color que como todos los colores tiene muchos colores. El blanco tiene muchos blancos y el azul tiene muchos azules. ¿Es posible nombrar a cada uno de los colores de los colores con un nombre? Sí. Los esquimales tienen decenas de palabras para nombrar los distintos blancos de la nieve.

Los nombres de los colores blancos son:
Albayalde o blanco de plomo. Blanco anularia. Blanco de titanio.
También se dice: "El blanco del ojo". "El blanco de España". "El blanco nuclear".
La mayoría de los colores blancos no tienen nombre. Hay que inventárselo: BLANCO LUNA DE VERANO. BLANCO NIEVE SUCIA. BLANCO DE MIEDO. BLANCO DIANA. BLANCO DE HUEVO FRITO...

Mystère es un cuento (con gato encerrado) de Anne Brouillard.

Recuento 40

No sé por qué le llaman "estilo mariposa" a una forma de nadar. ¡Con lo mal que lo pasan las mariposas cuando caen a un río! Había una vez una mariposa cuyas alas estaban como pegadas al agua. Estaba tan agotada que temía no levantar el vuelo nunca más. Menos mal que por allí pasó un cazador de mariposas y le salvó la vida. La mariposa agradecida le seguía a todas partes. En una ocasión, en la que el cazador se cayó al río, la mariposa intentó sacarlo pero no podía, ¡pesaba muchísimo! Desesperada la mariposa pidió ayuda a todas las mariposas del bosque. En equipo consiguieron salvar al salvador. Ahora se reunen a merendar miel y a cantar"los amigos de mis amigos son mis amigos".

"Oso Cazamariposas" es un cuento de Susana Isern ilustrado por Marjorie Pourchet. Las mariposas me vienen siguiendo desde el supermercado.

Recuento 39

La seño escribió en la pizarra, con letra clara y bien grande:
¿Qué te llevarías a una isla desierta?
y nos pidió que contestásemos de uno en uno, que no nos preocupásemos. Que en esta ocasión no había respuestas buenas ni malas. Que nos escucháramos con atención porque luego votaríamos la que nos pareciese más ingeniosa.
Comenzó Daniel: "Yo un tirachinas! Siguió Susana: "Yo una vaca". Marcelino: "Pan y vino". Ralph: "Yo no quiero ir a una isla desierta". Diego: "Valor". Marilyn: "Un ukelele". Juanjo: "La auténtica navaja multiusos. La suiza". Stewie: "¡Un desintegrador atómico!". Lisa: "El libro ROBINSON CRUSOE en un estuche impermeable". Como dijo la seño, todas las respuestas fueron respetadas pero a la hora de votar hubo casi unanimidad, en realidad: todos menos uno coincidieron en el voto. Lisa razonó que "aunque lo que más me apetecía era llevarme el saxofón, en el libro de Daniel Defoe están las recetas de éxito para sobrevivir en una isla desierta". Y fueron felices y comieron regalices.

Este Robinson Crusoe es de Ajubel. Las ranas han salido de los agujeros verdes.

Recuento 38

Había una vez dos hermanos, Di y Da, que tenían un amigo invisible que se llamaba Norberto. Di y Da o Da y Di, que lo mismo da, compartían una habitación con un león, un oso, una jirafa, un mapa mundi, dos saxofones y un ejército de robots. Dentro de su habitación, los dos hermanos, tenían una casa de cartón que por dentro era de cristal y estaba llena de puertas y ventanas que les permitían ver otros mundos maravillosos. En uno de esos conocieron a Alicia. Da y Di hablaron entre ellos y se preguntaron si debían contárselo a sus papás. ¿Lo contaron? No señor. Era caso de conciencia.

La Alicia que yo conocí se parecía más a la de John Tenniel. La que visita a Di y Da es la "Alicia en el país de las maravillas" de Lewis Carroll ilustrada por Helen Oxenbury.

Recuento 37

Hoy no os voy a poder leer un cuento porque es de noche y no hay luz eléctrica, las pilas de la linterna se han gastado, no ha salido la luna y las nubes no dejan ver las estrellas. Sí, tenemos una vela pero ni una cerilla ni un mechero para poder encenderla.
En el jardín hay un punto de luz. Es una luciérnaga, un gusano de luz, vamos a hacerle compañía. Ya leeremos mañana.

"En la noche oscura" es una delicia de cuento de Bruno Munari. Una creación de 1956 que rompió moldes. Ahora, en 2012 hay una edición en español. Habrá que ponerse las pilas.

Recuento 36

Había una vez una niña que tenía una prima que tenía un compañero de clase muy trasto. Tan trasto tan trasto que su mamá le llamaba "monstruo" que es una palabra que como "trasto" tiene la letra "t", la letra "o" y la letra "s". ¡Dos palabras que tienen TOS! Dos palabras que necesitan jarabe. JARABE DE PALO era una expresión que se utilizaba antiguamente para referirse a "dar unos azotes" o pegar una paliza. Hoy las personas civilizadas ya no utilizan la violencia con los niños. Es normal que los niños sean trastos porque tienen mucha energía. Y es normal que una mamá o un papá le diga "monstruo" de una manera cariñosa a su hijo, cuando es un trasto.
Además de energía los chicos tienen mucha imaginación y acostumbran a tener sueños que son muy reales.
¡Despierta! que este cuento se ha acabado.

Maurice Sendak es el autor del cuento "Donde viven los monstruos" y Mariscal el diseñador de la colcha de mi cama.

Recuento 35

Hoy te cuento una adivinanza:
"Que sí, que to, que me lo como yo"
¿Adivinas lo que voy a merendar?

El Libro de las Adivinanzas está ilustrado por Monika Beisner. Había 24 "caseríos". Aquí hay alguien de quien no me fío.

Recuento 34

En los tiempos en que se lanzó el Sputnik, el primer satélite artificial de la historia, las gomas de borrar eran un tesoro que muy pocos chicos se podían comprar. Con suerte, los Reyes Magos dejaban a los niños buenos un plumier con un lápiz de madera de cedro y una goma de borrar marca Millán. Lo normal era fabricarse una con miga de pan. Pasaron doce años y el hombre llegó por primera vez a la luna. En ese momento uno de aquellos chavales, Vicente, que no pudo tener una goma Millán empezó a trabajar. Con su primer sueldo, lo primero que hizo fue comprarse una goma de borrar. Cuando era pequeño las gomas eran cuadradas y de colores lisos: verde, naranja, blanco y amarillo. Ahora las había de todas las formas y colores imaginables. Eligió una con forma de satélite. Resultó ser una goma encantada. Si escribías el nombre de un planeta y lo borrabas con ella soñabas que hacías un viaje espacial a ese planeta. Eran sueños tan realistas que Daniel, nieto de Vicente, viajando a Plutón, su planeta favorito, el Día de la Madre, se dió cuenta de que no le había dado un beso a su mamá y regresó, a mitad del vuelo, para cumplir con su corazón.

El cuento Operación J está escrito por Daniel Nesquens e ilustrado por Alberto Gamón. El otro cuento es una historia real como la goma de borrar y la plataforma de lanzamiento.

Recuento 33

Don Tristón y Doña Angustias compartían la única tijera que había en su casa. La tijera tenía mucho trabajo y estaba aburrida de hacer siempre lo mismo: recortar las malas noticias del periódico. Un día la tijera abrió su boca y dijo:"¡Ya basta de desgracias y calamidades. Quiero ver algo divertido!"
Tristón y Angustias no sabían que la tijera tenía ojos y eso que en ellos metían sus dedos continuamente. Tampoco sabían que la tijera tenía brazos y piernas y que, con la música adecuada, podía ser una gran bailarina de ballet. Tampoco sabían lo que era capaz de hacer si se enfadaba. Lo supieron muy pronto.

Conocí lo que pueden hacer "Unas tijeras" gracias al cuento escrito por Daniel Nesquens e ilustrado por Jesús Sotés: "Este soy yo". Por lo demás: pido perdón a papá y mamá.

Recuento 32

En aquellos tiempos, cuando no se había inventado el reloj de arena, había oficios que ya no existen. Por ejemplo: veedor de pájaros, veedor de nubes, veedor de árboles, veedor de espumas de mar, veedor de cantos rodados...
Había veedores para cada especie de árbol: veedor de cipreses, veedor de alisos, veedor de plátanos...
Un veedor de plátanos observaba con gran atención cada uno de los dibujos de la corteza del tronco. El color de sus frutos. El olor de su savia. La intensidad de su sombra.
Los veedores trabajaban el tiempo suficiente para jugar, comer y dormir a satisfacción. No tenían que rendir cuentas a nadie de sus observaciones ni sacaban conclusiones. Eran veedores y eso era suficiente. Podían recordar. Podían pensar. Pero no actuaban. Si un veedor de rosas era testigo de cómo el pulgón se comía las flores miraba y dejaba en paz.
Gracias a los veedores sabemos que las cosas existen. Todos tenemos algo de veedores pero hoy es casi imposible encontrar un veedor puro. ¿Había veedores ciegos? ¡Claro que sí! ¡Eran los mejores!

Le revê de l'arbre es un cuento de Chistophe Gallaz y Jean-Claude Götting. El pájaro de trapo ha venido de Japón.

Recuento 31

El tío Manolo era de color azul. El tío Manolo era mago. El tío Manolo hacía portarretratos con trozos de alabastro que encontraba en los escombros. El tío Manolo rebobinaba las casetes con un bolígrafo para no gastar las pilas. El tío Manolo se murió demasiado pronto. El tío Manolo era mi tío.

El cuento de la fotografía es "Magia", escrito por Daniel Nesquens e ilustrado por Elisa Arguilé. La casete es "Follow" de Nina & Frederik. El bolígrafo Bic, el tío Manolo y su historia son cosa mía.

Recuento 30

Había una vez dos hermanas gemelas, iguales en todo menos en el temperamento y en una letra. Una era optimista y otra pesimista. Un día su tío Pablo les dió una caja cuadrada y les preguntó: ¿Sabéis qué es esto? Elena dijo: ¡Una caja llena de aire para respirar y vivir una vida maravillosa! Helena dijo: ¡Una caja vacía!

Vaivén

Paseo en coche por una carretera de Auvernia. Llueve. Las escobillas del limpiaparabrisas se mueven de un lado a otro apartando el agua. Su ritmo me sugiere una música muy querida: "Twenty Years Ago" de Astor Piazzolla. Fotografío a través del cristal cuando aun no se han borrado las gotas. La distorsión es bella. Recojo imágenes que serán irrepetibles. Que olvidaré y podré recordar.

http://my.opera.com/Miscromos/albums/slideshow/?album=11603342

http://my.opera.com/Adarmes/blog/2012/04/25/hace-veinte

Recuento 29

Había una vez un niño cabezudico, cabezudico, que se llamaba Pedrito. Cabezudico no quiere decir que tuviese la cabeza grande que, si te fijas bien en los dibujos de Jesús Cisneros, más bien la tenía pequeñica, pequeñica. Cabezudico, dicho aquí con todo el cariñico quiere decir firme en sus decisiones. Le gustaba aprender todo por sí mismo. No se dejaba llevar por la corriente. Era un tipo diferente. Quería mucho a su mamá lo que no le impidió que cuando le empezó a salir el bigotillo se fue de su casa para conocer el mundo. Este cuento no ha acabado.

Las ilustraciones de Jesús Cisneros pertenecen al libro El pequeño Pedro Saputo, una edición de Félix Romeo de la obra original de Braulio Foz.

Recuento 28

Cuentan que a mitad del Siglo XX la Tierra estuvo a punto de ser invadida por marcianos y que sin la intervención heróica de Diego Valor los terrícolas, hoy, seríamos esclavos de los extraterrestres. Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Aquello estaba olvidado para la Generación XXI pero nuevos peligros volvieron a acechar a la humanidad. Esta vez el enemigo no llegaba de más allá de nuestra atmósfera. Estaba aquí, en Japón. Los viejos robots abandonados en las chatarrerías de Tokio se reactivaron misteriosamente y formaron un ejército de samuráis oxidados que avanzaba en pelotón, ciegamente, aplastando todo lo que encontraba en su camino. Cuando parecía que nada ni nadie podía impedir la gran catástrofe, un nuevo Diego Valor apareció en escena. Un chico que bebía zumo de melón paralizó al ejército de zombis metálicos con sus superpoderes.
"Tokio" es un cuento de Taro Miura. La botella de Fanta de melón es de Diego.

Recuento 27

Había una vez un caballo de mentira. Se le conocía como el Caballo de Trola. Era de madera, pura y dura, y aunque tenía la pata de palo no era ningún pirata malo. Todo lo contrario. Era bueno y jugaba a las construcciones con los niños, cuando estos eran pequeños, y al ajedrez, cuando estos se hacían mayores. Su habilidad para saltar por encima de otras piezas le dio gran fama aunque no tanta como a su primo el Caballo de Troya, también de madera, pero hueca. Pero esa es otra historia.

El cuento "Zoo" de la editorial MeMo es una creación de Flavia Ruotolo.

Recuento 26

Había una vez un niño tan pequeñito, ¡tan pequeñito! que le llamaban "Garbancito". Sí, ya sé que lo sabías. Pues te diré que había una vez un niño tan pequeñito, ¡tan pequeñito! que le llamaban "Pulgarcito". ¡Vale!, este también lo conocías. Probaré a sorprenderte con otro cuento de un niño que como "Garbancito" y "Pulgarcito" pasaba desapercibido y no por ser pequeño, era más bien alto, sino por saber volverse invisible. Era francés. Le llamaremos "Garçon". El truco que tenía este chico para no ser visto es que hacía vibrar su cuerpo en la misma longitud de onda que el color que tuviese de fondo. Así desaparecía de la vista de los demás. Esta facultad extraordinaria la había conseguido callándose cuando no tenía nada importante que decir. Hablando se gasta mucha energía con la que se pueden hacer cosas maravillosas.

El cuento "Le garçon" es de Noémi Schipfer, la escalera al cielo está firmada por Óscar Tussquets, el que está en lo más alto es "Pulgarcito". A "Garbancito" no lo vemos porque lo oculta una raya.