Había una vez un niño tan pequeñito, ¡tan pequeñito! que le llamaban "Garbancito". Sí, ya sé que lo sabías. Pues te diré que había una vez un niño tan pequeñito, ¡tan pequeñito! que le llamaban "Pulgarcito". ¡Vale!, este también lo conocías. Probaré a sorprenderte con otro cuento de un niño que como "Garbancito" y "Pulgarcito" pasaba desapercibido y no por ser pequeño, era más bien alto, sino por saber volverse invisible. Era francés. Le llamaremos "Garçon". El truco que tenía este chico para no ser visto es que hacía vibrar su cuerpo en la misma longitud de onda que el color que tuviese de fondo. Así desaparecía de la vista de los demás. Esta facultad extraordinaria la había conseguido callándose cuando no tenía nada importante que decir. Hablando se gasta mucha energía con la que se pueden hacer cosas maravillosas.
El cuento "Le garçon" es de Noémi Schipfer, la escalera al cielo está firmada por Óscar Tussquets, el que está en lo más alto es "Pulgarcito". A "Garbancito" no lo vemos porque lo oculta una raya.