En la eterna cuestión sobre qué es arte y qué no es arte, aunque lo parezca, veo la película Séraphine, dirigida por Martin Provost, en 2008. La historia: el encuentro casual de un marchante alemán, afincado en París, con una campesina que apunta buenas maneras en la pintura. Estamos en 1913 en Senlis, donde Wilhelm Uhde, descubridor de El Aduanero Rousseau, ayudará a Séraphine a cambiar la escoba por el pincel. Hay pasión por la pintura. Tal vez excesiva. Bueno. No es cuestión desvelar el desenlace pero sí recomendarla.
Foto de fotograma del cuidadoso trabajo de Laurent Brunet, Ludo Troch, Catherine Jarrier Prieur y, cómo no, de la interpretación de Yolande Moreau.