La ciencia muestra un interés creciente en explicar lo que la literatura y la filosofía han intuido a cerca del arte de no hacer. Del ocio. El ocio que nos regala el arte de cocinar. De las ocho horas al día comiendo, que precisa un simio para alimentarse, a las dos que dedica un hombre a dicho menester. Seis horas de diferencia para curiosear, intuir, imaginar... Para darse cuenta de su existencia.
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Alimento es también el reflejo de las hojas del árbol del amor sobre el mármol de la mesa.