Patricio Julve


Cada día es más difícil encontrar película negativa de blanco y negro en formato 120. Esto lo saben muy bien todos los fotógrafos. También es cada día más difícil, en los ambientes profesionales, encontrar una persona que no conozca a Patricio Julve. Buscando lo primero en una encantadora isla del Atlántico, y después de preguntar a la mitad de sus afortunados paisanos, acabé en un lugar que, más que tienda, era una cátedra de fotografía, en la que unos contertulios estaban especulando el motivo que llevó a aquellos parajes al insigne fotógrafo. Entre las diferentes hipótesis, me quedo con la más romántica: "Patricio realizaba un reportaje sobre la Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar, en Zaragoza. Ya había realizado unos cuantos iguales y no estaba especialmente motivado. Encuadraba mecánicamente y tan sólo se preocupaba de que estuviesen representados los oferentes de cada una de las diferentes comunidades autónomas. La también rutinaria operación de laboratorio no despertaba a nuestro hombre hasta que la ampliación de unos ojos negros produjo en él el efecto de siete cafés. Aquí comenzó una labor policiaca que culminó con un nombre y un lugar: Yurena. Santa Cruz."
Tengo que comentárselo a Antón Castro. Seguro que él sabe algo.