Estos rojos y azules me han trasladado a la adolescencia, concretamente a las ferias y con más precisión a los autos de choque. Había dos de ellos, uno azul y otro rojo que eran los más veloces y, cuando sonaba la sirena y quedaban libres, los chicos nos los disputábamos a codazos. La música de fondo era un rock and roll que sonaba a todo volumen en aquellos bafles gigantescos.