Teresa es muy sentimental. Le gusta mucho que le cuente cuentos pero casi siempre termina llorando. Unas veces de felicidad. Otras de tristeza. Hoy he encontrado en un anticuario un libro muy viejo de "El flautista de Hamelín". Se lo he leído y, después, se lo he dejado para que mirase los dibujos tranquilamente. Mientras, le he preparado un buen tazón de chocolate y cuando ya ha estado listo se lo he acercado a su cuarto. No estaba. He oído un ruido en el salón y allí he acudido.
-¿Qué haces Teresa? -¡Nada!
Teresa subida en una silla intentaba alcanzar una figurita de la estantería. La flautista que nos trajo Blanquita de la India.
-¿Nada?
- Es que el flautista está muy solito y le voy a llevar una novia.
Y así sucedió. Hubo presentación. Petición de mano. Y boda. Se casaron. Fueron felices. Comieron perdices. Y a mí no me dieron porque no quisieron. Y colorín colorados son los topitos del decorado.