Regaliz

Regaliz, mi primera droga, tras dejar el pelargón. Lo disolvía en agua de fuente callejera en una petaca de coñáfundador y le daba al frasco que daba gusto. Así estoy yo de negro por dentro. Si las ventas de cobre, de los trocitos que recogía de mi seguimiento a los instaladores del cable telefónico, eran lucrativas, gastaba la marca Zara.