Hay una higuera en un tejado de la calle San Agustín. El tierno tallo de sus grandes hojas no resiste el cierzo del dos de mayo. Verdes llegan al azulete. En él echan el ancla. No quieren alejarse de La Magdalena.
Hay una higuera en un tejado de la calle San Agustín. El tierno tallo de sus grandes hojas no resiste el cierzo del dos de mayo. Verdes llegan al azulete. En él echan el ancla. No quieren alejarse de La Magdalena.