No había nadie en el ambigú, ni luz siquiera. Cuando los ojos se ocostumbraron a la penumbra adiviné unos catorce bultos iguales, perfectamente embalados con cartón ondulado y papel burbuja, tenían forma de cuatro y eran contundentes como se había percatado mi rodilla que, en la inicial oscuridad, había tropezado con uno de ellos. Bajé al escenario para estudiar los encuadres. Cuando regresé, un hombre joven estaba desembalando lo que resultó ser sillas de madera. Trabajaba silenciosamente y en unos minutos había amontonado los envoltorios con tal gracia que parecían una escultura moderna. Me entretuve mirándo cómo se desenvolvía y me maravillé de su arte.
Yo no tenía ni idea de que estaba ante un bailarín excelente. Lo descubrí anoche, en el Teatro de la Estación. Representaba, junto a Amador Castilla, ENTRE CORTADO'S. Me gustó especialmente el momento en que suena Fugitif 2, de City Centre Offices de Swod Gehen.