Hay una impresión de cambio de época. Veremos si logramos contener al virus —y nuevas oleadas que exigirán un precio social— y reactivar la economía: como para predecir las consecuencias históricas. Algunos creen que desnudará la incompetencia de los populistas, pero los populistas pueden instrumentalizar la pandemia. El Estado tiene la responsabilidad y los recursos logísticos y emocionales para afrontar una crisis así: es su hora. Pero la enfermedad también revela fragilidades e insuficiencias: de coordinación en el interior, de dependencia mutua en el exterior. Muchas de las soluciones no pueden ser locales y exigen una intervención decidida. Los países europeos que la rechazan desprecian el miedo de los otros: ese desdén se disfraza de argumento moral, pero como ética es fallida y, en términos de utilidad, contraproducente. Como los galos de Uderzo, lo que todos tememos es que el cielo caiga sobre nuestras cabezas, pero puede desplomarse de muchas maneras distintas.
Fragmento de El miedo de los demás. COLUMNA de Daniel Gascón: 28/03/2020. El País.