Su nombre no aparece en las enciclopedias. No lo conozco personalmente. Oigo hablar de él y, a veces, como ahora, puedo ver una obra suya. ¿Artista? ¿Poeta? Dicen que su estado natural es la creación continua.
Sin pedir permiso, he bautizado esta obra, de Fernando Serrano, “Dulce Soria”. Quien haya tenido la fortuna de conocer Soria lo entenderá sin más explicaciones. Podría darlas: el concepto y bla, bla, bla… Pero prefiero este otro camino.