La figura más recurrente con la que tropiezo estos últimos tres meses es la del caballo, en singular y en plural. Hasta hoy no había colgado nada aquí, en Mis adarmes, por miedo a la adicción que producen estas imágenes repetidas. Echándole valor estreno esta pequeña serie de Caballos. Y lo hago con el recuerdo más remoto de un caballo en mi memoria. Mi caballo de cartón. Más que un juguete. Un día lo dejé a la intemperie, en la terraza de la casa de la Aljafería. Llovió. Se caló. Cuando puse mi manita en él mis deditos se hundieron hasta la más profunda desilusión. Tal vez, la primera experiencia de tristeza.
Foto de una foto muy pequeña de un periódico con su trama ampliada y descarada.