Así ha titulado José Manuel Sánchez Ron, en su sección “Entre dos aguas” de las página de CIENCIA de EL CULTURAL de EL MUNDO, 21-6-2019, su personal obituario dedicado a nuestro admirado Murray Gell-Mann, quien murió el pasado 24 de mayo. Recojo aquí un fragmento del mismo: “Tuve la oportunidad de charlar en dos ocasiones con Gell-Mann y comprobé su polifacética personalidad, en particular su gran interés y conocimientos lingüísticos y literarios (era asimismo un apasionado de la ornitología y de la arqueología) El nombre de quark que asignó a las partículas de carga fraccionaria, se debe entender en semejante contexto. En su libro El quark y el jaguar, una obra que permanecerá como uno de los clásicos de la literatura científica, escribió: “En 1963, cuando bauticé con el nombre de quark a los constituyentes elementales de los nucleones, partí de un sonido que no se escribía de esa forma, algo parecido a curo. Entonces, en una d3 mis lecturas ocasionales de Finnegans Wake, de James Joyce, descubrí la palabra quark en la frase “Tres quarks para Muster Mark”.
El CERN, una pupila gigante para ver lo más pequeño.Foto de foto de las citadas páginas.