Yasha, aunque mago, era considerado un hombre rico. Poseía una casa y en ella se encontraban graneros, silos, establos, un henil, un patio con dos manzanos e incluso un pequeño huerto donde Esther cultivaba sus propias verduras. Lo único que no tenía era hijos. Esther no podía concebir. En lo demás, era una buena esposa. Sabía hacer punto, un vestido de novia, hornear tartas y pan de jengibre, arrancar la pepita a las gallinas, aplicar ventosas o sanguijuelas e incluso sangrar a un enfermo. Cuando era algo más joven había probado toda clase de medicamentos para combatir la esterilidad, pero ahora era ya demasiado tarde, pues se acercaba a la cuarentena.
Fragmento de El mago de Lublin de Isaac Bashevis Singer, traducción de Luis Buelta publicado en la colección Debolsillo por Penguin Random House Grupo Editorial. Un gran texto de un Premio Nobel de Literatura.