Esther Ferrer cuenta cómo nació, en su infancia, la inquietud estética. Viajaba en coche con sus padres y hermanos y observaba desde la ventanilla la película del paisaje. Quedaba fascinada por el alineamiento de los postes eléctricos. De sus cables. Del dibujo de sus fugas. En estos días, se puede ver en el Guggenheim de Bilbao su exposición Espacios entrelazados. En ellos hay cables, por supuesto. Y hay arte, por su especial forma de ver.
Otra forma de ver.