Dictado 080

El nacionalismo, sin embargo, sigue presente en el occidente europeo, cuna del modelo del Estado-nación. No hace falta mencionar las guerras, el fascismo, el terrorismo o el separatismo. El nacionalismo sobrevive en los hábitos ideológicos que permiten a los estados establecidos reproducirse diariamente. La nación se introduce en los ciudadanos todos los días, de una manera inconsciente, como parte de su normalidad. La identidad no hay que buscarla en la mente de los individuos, sino en los símbolos diarios, en la calle: en el himno nacional que se canta en los acontecimientos deportivos, como la entrega de medallas de los Juegos Olímpicos; en la bandera nacional que cuelga del edificio de correos y a la que, en caso de que le prestemos atención, no consideraremos opresora ni vigilante.

Este texto pertenece al libro de José Álvarez Junco “Dioses útiles. Naciones y nacionalismos”, editado por Galaxia Gutenberg en 2016.