Dictado 043

Vuestra compañera Eleonora nos ha traído malvaviscos por su onomástica. Malvaviscos de los de verdad, de los que siguen elaborando en su país. Los tomaremos luego, en el recreo. Ahora vamos a hacer un dictado de unos párrafos de El retrato del artista adolescente, de James Joyce que hace alusión a este delicioso dulce. Repetimos autor. El Dictado 039 bis fue un fragmento de Ulises

Se le nubló de repente el recuerdo de su niñez. Trataba de evocar sus vividos incidentes y no podía. Sólo recordaba nombres. Dante, Parnell, Clane, Clongowes. Una señora de edad que tenía dos cepillos en su armario y enseñaba geografía a un niño pequeñito. Luego le habían enviado de casa al colegio, había hecho la primera comunión, había comido tiras de pasta de malvavisco que iba sacando de su gorra de cricket, había visto desde su canuta, en la enfermería, cómo el fuego saltaba y danzaba sobre la pared y había soñado que se había muerto y que el rector, revestido de una capa dorada y negra, decía una misa por su alma y que le enterraban en el reducido camposanto de la comunidad, al otro lado de la avenida de los tilos. Pero no se había muerto. Parnell era el que se había muerto. No había habido misa en la capilla por el difunto ni procesión. No se había muerto, sino que se había desvanecido como una placa impresionada a la luz del sol. Se había perdido o había emigrado de la existencia, porque ya no existía. ¡Qué extraño era el pensar que él había dejado de existir de este modo, no a través de la muerte, sino desvanecido al sol, o perdido y olvidado, Dios sabe dónde, en medio del universo! Y extraño también, ver que su cuerpecillo reaparecía ahora por un momento: un niñín vestido con un traje gris de cinturón. Con las manos en los bolsillos y los pantalones sujetos por elásticos a las rodillas.

El malvavisco, también llamado nube, es un dulce esponjoso hecho de la raíz de la planta malvavisco, Althaea officinalis.