Es una tradición que la noche del 5 de enero los niños y adultos que no hayan perdido la inocencia dejen sus zapatos en algún lugar de la casa, en la puerta o en una ventana, junto a los dulces para obsequiar a los Reyes Magos y el agua y el forraje para los caballos y camellos. Allí donde dejes tus zapatos encontrarás tus juguetes y regalos prácticos: otros zapatos más nuevos, un chandal, un secador de pelo, unos calcetines y una bufanda. Hubo una vez unos niños que dejaron alpargatas y los Reye se ofendieron y no les dejaron nada. Otros niños buenos dejaron botas de piel y los Reyes les dejaron ametralladoras.
Inolvidable exposición "Los surcos del azar. Diario de ruta" de Paco Roca.