Odio l'estate. Aparco el camión. Intento dormir una siesta. El calor es asfixiante. Bajo las ventanillas por si el aire quiere darse un paseo por la cabina. Entra una avispa y, sin pedirme permiso, ni dar las buenas tardes, me pica en el meñique de la mano derecha. Odio l'estate.