El dedo meñique de mi mano derecha se me ha puesto como el brazo de Popeye. Y la cara, también se me ha puesto como la cara de Popeye. Hasta me duelen las mandíbulas de sostener la pipa. Este señor que viene por aquí también es un Popeye. Y aquel, también. Nosotros somos Popeyes. Ellos son Popeyes. Todos son Popeyes y los que no son Popeyes son avispas. Y abejas, me dice este Popeye. ¡Qué más dará!, le digo: ¡Todas pican que alucinas! Odio l'estate.