Me gusta ver las exposiciones de pintura cuando las telas todavía están temblando. Los amigos de la galería A del Arte me dan ese privilegio. Estas visitas tienen un plus si pillo al artista supervisando la instalación. Es una suerte ser un advenedizo declarado que no está condicionado por ninguna obligación. Tampoco soy cliente. Ni potencial, siquiera. La ventaja es que estamos todos muy cómodos. Nadie tiene que vender nada.
Ha sido una gozada conocer, en estas circunstancias, a Teresa Salcedo.
Teresa Salcedo.