Los parches en el ojo no son solamente cosa de piratas. En 1950, Hathaway, un modesto fabricante de camisas quiso diferenciar su producto del de la competencia. Habló con el publicitario Ogilvy para que le ayudase a crear una marca potente. Tenía poco dinero para invertir pero una gran fe en el publicitario, al que le aseguró libertad total para desarrollar su trabajo[. David Ogilvy le propuso una estrategia de fuerte impacto: en lugar de fijar la atención en la camisa lo hizo sobre el hombre que la llevaba. Para ello buscó un modelo con fuerte personalidad y lo fotografió con un parche en el ojo. El barón George Wrangell, el primer hombre Hathaway, era hijo de inmigrantes rusos que habían escapado a la revolución bolchevique. El éxito fue total. Esta historia nos entusiasmaba a los estudiantes de publicidad que soñábamos con Leones de Oro (Galardón de máximo prestigio que otorga el Festival Internacional de Cannes al mejor anuncio). La campaña estuvo en vigor 25 años. Tras unos años de olvido, hoy, no sé por qué, se vuelven a ver parches por las revistas de papel cuché.
http://wax-wane.com/2012/09/06/the-man-in-the-hathaway-shirt-the-most-interesting-ad-in-the-world/
¡Ojo al parche! Esta expresión, que utilizamos para reclamar atención ante algún peligro, es posible que sea la corrupción de otra "¡Oído al parche!" de idéntico significado pero que explica mejor su etimología: antiguamente, en las guerras, los ejércitos de soldados iban precedidos de músicos que hacían gran estruendo con sus tambores para disuadir de la confrontación al enemigo. El parche, en este caso se refiere a la piel del tambor.
Pasatiempo.