Para alguien que pasea y obseva de oficio, el calzado es una parte importante de su ser. Es el caso del poeta, artista plástico y dramaturgo Miguel Ángel Ortiz Albero. Hace unos años, tras hacerle un retrato, digamos convencional, me quedé con las ganas de hacerle otro, más original, de sus botas. Unas botas trabajadas, queridas y castigadas; y sobre todo, compañeras de fatigas. Hoy ha llegado ese momento. Cuelgo ahora esta fotografía y lo volveré a hacer cuando Un día me esperaba a mi mismo, su estupendo relato, se lleve al cine. Es una intuición que tengo.
http://ortizalbero.blogspot.com.es