En esta fiesta de la autoedición que es La Maza, me alegra encontrar a Gadea de Nanoediciones.
Recuerdo que la primera vez que fotografié a Gadea, en una presentación en La Caja Tonta, a penas había luz. Fue un milagro obtener un retrato que luego resultó uno de mis favoritos. Hoy, en la plaza de Las Armas había toda la luz del mundo y era casi imposible abrir los ojos. Mínima y máxima, así nos movemos en casi todo. La editorial de Gadea tiene un eslogan que reza: "La mínima expresión editorial". ¡Una gran idea!