Hay uno que trabaja muy bien la madera, hace juguetes, maquetas de muebles y unas cajas muy bonitas, sencillas, sin clavos, bien mimadas. Hoy había quedado con él para comprarle una. No he podido. He tenido que ir al cementerio. Enterraban a mi tía, "la cajera". La que me regaló la primera caja, tambor, de mi vida. Aquello fue toda una sorpresa. Hoy en el funeral le he dedicado un redoble sin fin.