"...una niña parisina que (correteando incesantemente por la casa en una frívola reunión organizada por su madre) se detuvo repentinamente, balanceando su cuerpo, con expresión en la que se mezclaban alborozo e inquietud y, ante la mirada interrogativa de la madre, preguntó: "¿por qué me sigue?". Quien seguía de tal modo a la pequeña era su sombra, cuyo vinculo con su propio ser era descubierto por vez primera, en una disposición de espíritu que cabe, sin exageración alguna, identificar a ese estupor ya aludido en el que Platón y Aristóteles situaban el origen de la filosofía. Cuando la madre, a la vez tranquilizada e irritada por la interrupción, respondió con un seco "no lo sé", la pequeña dijo "pues yo quiero saberlo" (mais je veux le savoir) con tono que encerraba todo un desafío." VÍCTOR GÓMEZ PIN
Hoy, como no podía ser de otra manera, el café ha estado dedicado a la memoria de Eugenio Trías. No ha sito un café amargo. Todo lo contrario. Hemos celebrado la perennidad de la filosofía y la suerte de estar rodeados, aunque a veces parezca mentira, de buenos pensamientos. Por ejemplo, los de Víctor Gómez Pin.