John Constable tenía gran aprecio a un árbol en Hampstead. Era un fresno que alegraba su paseo cotidiano. Un día "unos desaprensivos clavaron en su tronco un cartel y podaron sus ramas". Desde que leí esto he tenido ganas de acercarme a un fresno para pedirle perdón. Yo hablo mucho con los árboles y sé que no soy el único. Han contado que lo hacen Andrés Ibáñez y Joaquín Araujo.
No es que me ande por las ramas, que sí. Es que creo que el árbol como yo es él y su circunstancia.