Bizcoch es pequeña, peluda, suave; tan blanda por fuera, que se diría toda de algodón, que no lleva huesos. También sus ojos, heridos por la luz, son blancos y tratan de encontrar una sombra amable que no la martirice más.
Bizcoch es huérfana y madre soltera. Ahora está sola. Asuntos sociales le ha quitado sus hijos.
¿No sé si le gustan las naranjas mandarinas o el pan mojado en leche? Le doy las dos cosas y le silbo, ¿no sé por qué?