El fuego ayuda a domar la madera. Esto empieza a tomar forma de interrogante. ¿Qué pinto yo aquí? Supongo que la respuesta llegará con el barniz. De momento, me he enamorado de un laúd de ébano, no totalmente negro. Esta es la gracia.
Las clases de violería se prolongan en conversaciones muy interesantes. Como la de hoy, sobre la Danza del sol. Alberto, testigo de excepción, nos cuenta cómo un tornado se acercó respetuosamente a ver la Danza, no rompió nada, y siguió su camino arrasándolo todo. Todo me da vueltas.
Algunas maderas como el boj tienen tendencia a retorcerse. Nacho dice que se "abananan".
Ya estamos en "aro". Así hay que llamar a los laterales de las vihuelas.