Encuentro en mi mano diestra una de las tarjetas de papel procedente de la mano siniestra de una persona que las repartía en la calle. Tengo la costumbre de aliviar la carga a las personas que ofrecen publicidad en la vía pública. Un curro es un curro. Casi nunca leo lo que dicen y tiro la octavilla, cuartilla o medida que sea a la papelera más próxima. En esta ocasión he sucumbido. Me ha llamado la atención el tacto suave de su satinado, la consistencia que le aportaba su elevado gramaje y he reparado en su mensaje. ¡Lamento que alguien tenga que hacer este trabajo!