La llamada de El Gancho

He sentido la llamada de El Gancho como canto de sirena. Por sus calles di mis primeros pasos con las piernas de María. Si le ponemos una cifra redonda, diremos que estamos en 1950. Huele a caramelo. Suenan Angelitos negros. Vamos a la vaquería, por leche fresca. La leche fresca está tibia. Lo sé porque acabo de meter el brazo hasta el hombro. Seguiré repitiendo este ritual durante un año. No hay nada más placentero.