La primera vez que le vi, Ángel era rey y cabalgaba en un caballo invisible. Su corona era también invisible pero todos los chavales la percibíamos y actuábamos en consecuencia admirándole, respetándole y envidiándole.
Hoy, menos chavales, los amigos de Ángel seguimos admirándole, respetándole y envidiándole con todo el cariño posible.
He intentado fotografiarle en este sencillo trono y aquí muestro una imagen posible, pero parcial. Para un retrato más completo necesitaría mostrar un fragmento de su discurso con su personal tono. Afortunadamente con un enlace les puedo ofrecer una buena aproximación: su interesante a la par que amena conferencia sobre "Fundamentos genéticos del lenguaje":
http://www.cervantes.es/lengua_y_ensenanza/videos/ciclo_conferencias_2009.htm