Menguante

Regreso al río en el que me bañé por primera vez en mi vida y resulta no ser un río.
Es una acequia con una orilla adoquinada, a la que se accede mediante unos escalones de piedra muy desgastada, que se utilizó hace muchos años para que las mujeres pudieran lavar la ropa. Por poder, podían lavar los hombres, pero eso no se llevaba. Se llevaba un saco de trigo al hombro en que tenías pelicos en las piernas.
Todo es más pequeño de como lo imaginaba. La temible cascada no alcanza un palmo de desnivel.
El entorno también ha encogido. El castillo de los bisabuelos es ahora una casa de dos plantas con falsa.
La catedral es iglesia de modesta torre en la que siguen anidando las cigüeñas, las únicas que mantienen el tamaño de su pico.