No sabía cómo se llamaba y provisionalmente le bauticé como Miguel Strogoff. Le podía haber llamado Rasputín por sus ojos, pero ganó el correo del zar.
Miguel, que sí, se llama Miguel (ya nos hemos presentado) es cartero y reparte por la Magdalena.
Miguel no conoce a María Eugenia que trabaja en la zona centro. "Somos muchos para conocernos todos".
Todo se andará. Esto es un pañuelico.